Walk the talk.
Haz lo que dices. O el otro lema: si no vives como piensas, acabarás pensando como vives.
Yo te dije que te escribiría todos los días 10 de cada mes. Y aquí estoy, caiga quien caiga, aunque me caiga de sueño. Como un clavo.
Si llegas antes, llegas a tiempo.
Si llegas a tiempo, llegas tarde.
Y si llegas tarde, ya no estás.
Según Enzo Vogrincic, la puntualidad es esto: tener un pacto de horario con una persona, un pacto que te excede a ti, y estás comprometiendo el tiempo de vida de esa otra persona.
Y sí, sigo en el bucle de LSDLN… y de Enzo. En el mes de febrero he estado en la firma del libro con su autor, Pablo Vierci. En una feria de hostelería con Roberto Canessa. Han mencionado a mi pizarra digital y este NL en un gran podcast como fuente fiable sobre el tema. Y no me verás esta noche en los Oscar de milagro.
De momento y hasta ahora toda esta investigación1 es lícita, nadie me ha detenido por ello. Como dice la abuela Olga del libro “Donde el corazón te lleve”: perder el tiempo no es en absoluto grave. La vida no es una carrera, sino un tiro al blanco, lo que importa no es el ahorro de tiempo, sino la capacidad de encontrar una diana.
Y yo he encontrado una diana en esta historia de los Andes. Y necesito escribirlo. Porque hasta que no me pongo a escribir, no sé lo que pienso de algo. De esto he sido consciente cada vez que te escribo. El proceso intelectual de la lectura viene después, cuando estoy escribiendo sobre lo que he leído o visto, porque al leerlo no lo interiorizo tanto. La iluminación la tengo después. Cuando reflexiono. Cuando me paro por la calle porque he descubierto algo. Ese proceso es el que me activa el cerebro. Me gusta ese momento de no saber. También de no saber cómo he pasado de la página en blanco a tener algo.
Esto en japonés es conocido como shoshin, que se traduce “mente de principiante”. Shoshin se refiere al estado mental y de conciencia en el cual nos aproximamos a cada tarea y situación con la curiosidad, apertura y humildad de un principiante.
Un principiante toma riesgos; porque igual no tiene nada que perder.
Un principiante está dispuesto a intentarlo aunque su intento falle.
Un principiante no tiene miedo de parecer que no sabe lo que hace. Porque igual, un principiante no sabe lo que hace.
Un principiante no tiene creencias fuertes acerca de lo que funciona y lo que no, un principiante intenta.
Cuando tienes mentalidad de principiante, es como que tienes permiso para cometer errores, para hacer las cosas sin tener que pensar en el resultado final, en el éxito del proyecto, te permites crear sin miedo, hacer sin cálculo, sin la inmovilidad que te genera tener que ser PERFECTO. Y paradójicamente, es así como van a salir de ti las mejores ideas, tus mejores creaciones, proyectos, etc. (otra vez #Camilo dixit).
Y hablando de palabras japonesas como #wayoflife, ya sabes que tengo tendencia al tsondoku: el arte de acumular libros que nunca leeré. Pero me reto casi diario, a leer lo que pueda. Y no acumular por acumular. Me contó mi madre el otro día que Eduardo Mendoza tiraba a la basura cualquier libro que no le cogiese antes de llegar a la página 20. Creo que adopto la idea.
Y hablando de libros, en febrero también he tenido la oportunidad de conocer a Javi Cascón, el autor del libro “Amen sin tilde”, pero sobre todo un chaval auténtico. Digno de que te lo presente cualquier día en persona y él mismo te cuente su historia.
Leyendo su libro ha puesto palabras a algo que es universal en la vida de cualquiera, te copio aquí su reflexión sobre las comas, los puntos finales, los puntos seguidos y los puntos y aparte de nuestras vidas. Confundirlos puede tener consecuencias importantes:
Algunas cosas se merecen muchas comas o puntos seguidos. Una carrera universitaria, una amistad, un matrimonio o un trabajo. Comas y puntos seguidos para parar, tomar aire, redirigir, añadir información, orientar y continuar.
Otras, necesitan un punto y aparte. Un viaje de vacaciones, un maratón o un Erasmus. Cosas que nos recargan batería y que son buenas en la vida, pero sin empacharse, dejando espacio entre ellas. Si te revientas a maratones uno tras otro, posiblemente vaya mal la cosa. Si enlazas cinco Erasmus seguidos no son Erasmus (no se pueden realizar todos los años).
Otras cosas tienen un punto y final. La guerra, una relación tóxica o la vida. Son situaciones y hechos que tienen que acabar sí o sí algún día y de manera definitiva.
Ahora es tu turno para colocar en cada cajón las cosas que quieres que sean comas, las que quieres que sean puntos y aparte o las que serán puntos finales.
Lo que para ti puede ser una cosa, quizás cambia en mis cajones. Confundir o no establecer diferencias entre ellos puede hacer que cometamos errores importantes. A veces intentamos alargar situaciones más de lo debido y ponemos comas donde debería haber puntos finales. Otras veces, nos saltamos las comas, cuando lo que necesitamos es un breve momento de parón antes de continuar.
Y al conocer a alguien auténtico, me acordé de los tres principios del branding (y de la vida):
Lo clásico nunca muere.
Lo que defiendes es más importante que lo que vendes.
La autenticidad habla y vende por sí misma.
Y esta noche termino con las cuatro preguntas clave para ese walk the talk del título, explorar lo que quieres explotar, y hacer lo que decimos (los créditos son de James Clear):
¿Qué me parece divertido a mí, pero funciona para otros? La señal de que estás hecho para hacer algo (cualquier tarea, cualquier talento) no es si la amas, sino si puedes manejar el dolor de la tarea de una manera más sencilla que el resto de la gente. El trabajo que te cansa menos de lo que cansa a otros es el trabajo para el que estás hecho.
¿Qué me hace perder la noción del tiempo? La fluidez es el estado mental en el que entras cuando estás tan centrado en la tarea que estás realizando, que el resto del mundo se desvanece. Esta combinación de felicidad y alto rendimiento es lo que atletas y artistas experimentan cuando están “en la zona”.
¿Dónde encuentro recompensas mayores que el promedio de las personas? Cuando sabes que los resultados están llegando antes para ti que para otros, lo cual motiva para seguir haciéndolo.
¿Qué se me da bien de manera natural? ¿Cuándo me siento realmente yo? No te juzgues a ti mismo ni trates de complacer a nadie. No pienses demasiado ni te detengas a criticarte. Sólo permítete los sentimientos de compromiso y de gozo. Cuando te sientas auténtico y genuino, sabrás que estás en la dirección correcta.
Espero que estas preguntas te sirvan, conmigo desde luego lo han conseguido para saber que uno de los sitios donde quiero estar todos los meses es en esta newsletter (NL).
Como hemos empezado hablando del tiempo, te diré que este mes, Wander ha propuesto que reflexionemos sobre “el tiempo” y en el artículo que han escrito aseguran que tenemos que ser perros. Sé que suena raro, pero espera. Hay una cosa que hacen todos los perros del mundo cuando ven a su familia humana: se alegran infinito. Los perros masterizan el hackeo del tiempo cada vez que llegamos a casa, no existe nada más que la alegría del encuentro. El perro detiene su mundo para ofrecerse a ti. A veces me imagino cómo serían las relaciones, amistades, que tuvieran este valor escrito en sus muros: «me alegro mucho de verte, y estoy aquí para ti».
Sólo tengo un bonus track este mes: he creado otro canal de instagram con el título de este post (walk the talk) para compartir lecturas, artículos, textos o párrafos que a mí me sirven para rezar y reflexionar porque me interpela la realidad que cuentan. Y me ayudan a poner las cosas en práctica. Y ya sabes, yo si pienso que a mí me van bien, no dudo de que a ti y a otros también. Te puedes unir cuando quieras, lo inauguro en breve.
La idea la tenía adormecida en mi cabeza, hasta que vino a despertarme Isabel Sánchez en las primeras páginas de su nuevo libro, “Cuidarnos”, donde explica que cuidar es un determinado modo de ser y de estar en el mundo que implica encuentro, apertura, comprensión y disposición benevolente ante la realidad.
Más que investigación, podemos llamarlo “exploración”, y esto precisamente me lo enseñó Google, que pide a sus empleados que dediquen el 80% de su semana laboral a realizar su trabajo oficial y el 20% a proyectos de su propia elección, lo cual les ha llevado a la creación de productos de éxito como AdWords y Gmail.