Buenas noches: o cuando quiera que me leas esta vez. Pero buenas noches desde Portugal y… ¡enhorabuena!: España estamos en la final de la Eurocopa. Te escribo después del partido y de algunas cosas más. Cuento con una hora más para escribir esta NL de julio, y no sabes cómo lo agradezco. Creo que eso era de lo que más me gustaba en Canarias, pensar que contaba con una hora más de felicidad que los demás (ya sabes, mal de muchos, consuelo de tontos).
Hay una diferencia entre estar de viaje (como yo ahora mismo) y el reto de vivir de viaje siempre. Me lo explicó en uno de sus últimos post Enric Sánchez, te lo copio aquí:
“Los años te enseñan que siempre hay otra forma de hacer las cosas y que solo tienes que encontrarla. Un día entendí que a mí lo que no me gustaba era estudiar, pero que me encanta aprender. Y tuve que encontrar la manera. Hay muchas formas de aprender que me gustan. Leyendo, viajando, viendo documentales, escribiendo… pero sin duda, mi forma de aprender preferida es conversando.
Conversar es un arte. Y el arte es la mejor manera de inspirar que existe. Y cuando algo te inspira, nunca lo olvidas. Conversar de verdad es exponer tu punto de vista y estar dispuesto a cambiarlo. Si no, no es una conversación, es un manifiesto.
Cuesta mucho encontrar a buenos conversadores en los tiempos del clickbait y de los vídeos que aburren si pasan de los quince segundos, por eso cuando encuentras a uno, hay que aprovecharlo. El otro día conversaba con mi amiga Erea, que aparte de ser una fotógrafa excepcional, es una gran conversadora. Supongo que una cosa va con otra, porque para las dos hay que tener una mirada propia. Hablamos de la actitud frente a la vida y acabamos concluyendo que la mejor es la que tenemos cuando viajamos.
Cuando estamos en otro país vivimos siendo curiosos, emocionados, motivados, con ganas de descubrir cosas nuevas, aprendiendo, preguntando, probando… En cambio cuando estamos en casa, a veces nos invade una nube de dudas que no llevan a ninguna parte, de desánimo y de apatía. Es la rutina, que siempre muestra la peor parte de todo.
Vivir de viaje siempre. Ese es el reto. Andar por la vida como el que lleva en la espalda esa mochila que nos permite sentirnos libres y ser lo que de verdad queremos ser. Porque en realidad esto es un viaje. Y se acaba. Pero a veces se nos olvida, hasta que alguien nos lo recuerda marchándose.
Que todo lo que nos pase forme parte de la aventura, que cualquier imprevisto se convierta en algo emocionante, que cada pequeño triunfo merezca una celebración y, sobre todo, que el final de nuestro viaje nos coja vividos”.
Así recuerdo yo algunos imprevistos de mi vida que resultaron emocionantes o mini aventuras. Recuerdo, por ejemplo, la primera vez que vi un móvil: lo rescatamos mis amigas y yo en el cruce de Príncipe de Vergara con López de Hoyos, en Madrid. Tenía el tamaño de un ternero, aunque en ese momento nos pareció lo más. Imaginamos que se le había caído a algún actor americano que veíamos en las películas, mientras conducía en su descapotable negro.
Algunos meses después de aquella tarde, llegó por primera vez internet a mi casa. Yo estaba en 1ºESO. Creo. Y un único ordenador (del tamaño de una vaca esta vez) reinaba en el cuarto de estar grande de mi casa. Con un módem que cada vez que se conectaba a internet (porque había que enchufarlo) empezaban a parpadear unas lucecitas verdes y amarillas acompañadas de un extraño ruido de interferencias… como si E.T. estuviese a punto de conectar con mi familia.
Debí contar la odisea en clase y una buena amiga mía no dudó en ser la primera en hacerme un encargo personal. Se acercó en un descanso y me dijo: “Oye, yo no tengo aún internet en casa, ¿podrías buscar algo en ese sitio sobre The Kelly Family? Lo que sea, me vale”.
Yo tenía internet en casa pero no tenía ni idea de quién era The Kelly Family. A Spotify aún le quedaban 10 años para nacer, y 2 más para que yo empezara a usarlo.
Me lo pidió de tal manera - era un encargo en toda regla - que hubiera pagado por ello. No se lo cobré. Pero empecé a ser en clase la relaciones públicas de una discoteca llamada “Internet”: yo pasaba info como quienes daban pases con copas cada fin de semana. Y oye, acabé cogiéndole cariño a Paddy y Angelo con esta canción:
Estos 9 hermanos que cantaban juntos y tenían un estilo de vida bastante bohemio, ahora que los vuelvo a ver me produce ternura la inocencia que transmiten.
Y te quería hablar de mi relación con la inocencia. Para mí es estar viendo todo por primera vez, como los niños. Todos los paisajes son el primer paisaje. Cada cosa que tienen en frente es vista sin referencia. Cada objeto es un mundo infinito de posibilidades. La inocencia es la mejor manera de observar la realidad y acercarse a explorarla. Pero la madurez es la mejor herramienta para interactuar con ella. La inocencia abre puertas. La inocencia te invita a lanzarte. Pero una vez ahí, la técnica para inhalar profundo, mantener la respiración y llegar a profundidades lejanas es la MADUREZ. La madurez agarra el timón y dice 'descansa en mí que yo me encargo'. Hacer realidad los sueños con madurez es mucho menos romántico que soñarlos con inocencia. Pero es la única forma de traer las cosas al plano de la realidad y mantenerlas en el tiempo. Atrévete a ser inocente otra vez, para llenarte de sueños y visiones. Y atrévete a desarrollar tu madurez, para que esos sueños no se queden en tu cabeza fosilizándose, sino que se hagan carne y hueso y puedas tocarlos con sus manos.
Nada que ver y cambio de tema, pero este mes he tenido un par de conversaciones donde he aportado pruebas de cómo soy en realidad para desmentir algunos argumentos de cómo algunas amigas creen que soy. Y reflexionando todo esto, he llegado a la conclusión de que puede ser que haya personas que nos conozcan diferente. Una madre te conoce de una manera, un amigo de otra y un hijo de forma totalmente distinta. No somos alguien concreto, sino la proyección que cada uno hace de lo que conoce de nosotros. Y ahí hay más de la otra persona que de nosotros mismos. A veces pienso que en eso consiste el juego de la vida, en conocernos a través de quien nos vamos encontrando. Por eso vivimos intentando saber qué pasará. Somos yonkis de la predicción, pero siempre a partir de cómo interpretamos nosotros la vida. Y solo a veces, muy de vez en cuando, coincide con lo que acaba pasando. Y de aquellas expectativas, estas decepciones. Que no son más que el desequilibrio entre lo que esperábamos y lo que ha sucedido en realidad. No sé, piénsalo.
Te dejo 4 bonus tracks para que lleves bien este mes de julio:
El otro día una amiga me enseña que su médico le receta los mejores ansiolíticos universales, son 4 D’s:
Dormir 15 días seguidos una media de 8h
Hacer deporte
Disfrutar, despejarse con algún plan
Los demás, no aislarse
El discurso de Federer: work smarter.
Camilo y Evaluna con su ingrediente de la felicidad: solo para los que tienen paciencia. Cada vez soy más fan de estos dos.
Enseñar a ver y aprender a ver como way of life.