Message in a bottle.
It’s so hard to get older without a cause ("Forever young" - Alphaville). Thanx God, I have one.
He vuelto a mi isla favorita “sólo” para cumplir 40. We're only gettin' older, baby.
Cuando nos hacemos mayores tenemos dos opciones: o que todo nos ilusione o que no nos ilusione nada. Y creo que es una decisión. Ya sé que parece un mantra de psicología barata, pero cada día tenemos la oportunidad de decidir si las cosas nos van a ilusionar o si no le veremos la gracia a nada. Para lo bueno y para lo malo, es algo que solo depende de nosotros. Así que pensé: yo quiero cumplir mis 40 en unas coordenadas que me ilusionan bastante.
Estoy en el atardecer de la vida. Sí, es verdad. Yo me siento en ese atardecer. Ese momento en el que la luz baja su intensidad y juega a las sombras y los contrastes con las montañas y los edificios. La hora mágica, “the golden hour”, la llaman los fotógrafos. El sol decide irse, el mar se tiñe de color plata y todo parece inundarse de una extraña calma que baja las revoluciones dando paso al comienzo de otra etapa del día. En el atardecer todavía no es de noche, pero ya se intuye. Es un rato bonito en el que llevas el peso del día a cuestas, pero sabes que aún estás a tiempo de acabarlo bien. Un paseo tranquilo, una buena conversación, una cena rica, echarte unas risas con amigos, planear el siguiente viaje, leer un libro pendiente o escribir este NL.
Las cosas que nos ilusionan convierten cualquier momento en tiempo de calidad. Y el tiempo es lo más importante y escaso que tenemos. Estamos en el atardecer de la vida. Hagamos que termine bien.
Aunque aún no lo he vivido, yo soy de las que piensa que la crisis de los 40 no existe, simplemente haces balance, pero estamos tan poco acostumbrados, que a pararse a pensar lo llamamos crisis. Creo que es más bien una catarsis. Puede ser una oportunidad de conocerse mejor. Qué me gusta ahora, qué cosas son realmente mías y cuáles vienen heredadas. Qué quiero hacer con mi vida. Cómo saldremos a jugar la segunda parte del partido. Y esto vale para cualquier tipo de “crisis”.
Supongo que me define la música que escucho, los libros que leo, en qué gasto el tiempo que tengo, quiénes son mis amigos, qué me entristece y qué me hace sonreír. Pero lo más difícil sería entender porqué me gusta lo que me gusta. Es imposible entender nuestro mundo sin saber de dónde venimos, cuáles son los recuerdos que nos han hecho ser quienes somos. Como un álbum vacío que no significa nada sin las fotos que le dan vida. El pasado pone contexto y nos da un lugar en la vida.
Creo que las personas con las que nos hemos cruzado en la vida también nos darían muchas pistas. A quién tratamos mal, a quién no perdonamos jamás, por quién teníamos debilidad, a quién queríamos al lado cuando teníamos un mal día. De quién nos enamoramos. Quién era nuestra persona más importante. Y quizá, con la visión del mundo de todos ellos, intuiríamos cuál era nuestra mirada y descubriríamos, no solo quién fuimos, sino quién nos gustaría llegar a ser.
Según Miguel Delibes, las cosas no son alegres o tristes, buenas o malas, sino que reflejan el tono con que nosotros las envolvemos. Dice también: «Me percaté entonces de que la alegría es un estado del alma y no una cualidad de las cosas». Así, que para nuestro yo apocalíptico le diría como Pau Donés que “depende, según como se mire, todo depende”. Y no por un relativismo mal pensado, sino porque nuestra mirada alimenta nuestra alma.
Como he leído recientemente a Jesús Montiel: “Me gusta este siglo, con sus tecnologías y sus guaridas para la vida lenta. Me gusto yo. Me gusta la vida pese a todas sus bofetadas. Me gusta estar aquí, respirando, sin saber cuántos días me quedan, en este raro universo del que no sabemos nada. Me gusta no saber nada”.
He pensado hacer un “del 40 al 1” sobre mí, puedes saltarte esta parte, pero como todo lo que escribo en esta NL, es más porque me ayuda a mí poner mis pensamientos, ideas, cosas… por escrito. Ahí va:
Del 40 al 1 de Pilu (son pensamientos random que me definen):
Mi amor loco por Canarias, como muchas otras cosas, me lo inculcaron mis padres, pero me lo trabajé durante 9 años con la vida misma.
Soy sobre todo de chocolate negro.
Me flipan las tormentas de verano.
Un libro que me hizo mucha gracia: El guardián entre el centeno.
Mi plan favorito es en una playa.
Cumplí 35 en México y no me importaría nada volver allí: una experiencia estética y de sabores en toda regla.
El cine me ha dado muchas lecciones de vida. No soy actriz, pero trato de incorporar lo que me gusta de un personaje.
Dos viajes familiares que no olvidaré: Costa Rica y Disney World. Aunque tengo infinitos recuerdos de mis viajes familiares.
A los 32 años comprendí lo que era el gusto por leer. Y desde entonces va a más, aunque no lea todo lo que me gustaría.
Verano tras verano mi helado favorito fue el de doble chocolate (chocolate con trozos de tableta de chocolate blanco) de la heladería Tívoli en Torrelodones.
Si una película me gusta mucho, prefiero verla otra vez con alguien que no la haya visto, que ver una peli nueva. Disfruto el doble.
No soporto los mosquitos en verano que siempre me pican en el ojo.
Uso Pinterest para inspirarme antes de diseñar.
Mi fruta favorita: la piña.
Soy mucho más nocturna que diurna, aunque duermo del tirón cuando sea.
No me importa conducir durante horas si es con música o buena conversación.
Mi primer concierto serio fue de Sabina y Los Rodríguez.
Lo que más valoro en la amistad es la confianza.
Los emojis que más uso: 💥😏
Mi tarta favorita es la Guinness, sin embargo no podré beberme esa cerveza en la vida.
Soy de las que pienso que no hay segundas oportunidades para una primera impresión.
Durante más de 3 años me compré cada mes la revista “El mundo del Perro” (una suscripción en toda regla) y a día de hoy podría distinguir cantidad de razas de perros.
El 11-S de 2000 (justo un año antes del atentado), subí a la azotea del World Trade Center (Torres Gemelas) en Nueva York.
Con 17 años entendí que si podía decir “sí” hoy, quizá no era tan complicado decir “sí para siempre”. Y en ello estoy. La promesa es el amor en sus primeros meses de vida.
Cumplí 16 años al día siguiente de llegar a USA para vivir un año con una familia afroamericana. Y tengo ese curso grabado a fuego. Dará para un NL de algún mes.
Cumplir 15 años para mí fue un antes y un después: “Mi vida salió al encuentro”, pero no sé muy bien por qué.
Prefiero un hielo a cualquier tipo de helado.
Puedo vivir sin Word y sin Excel, pero no sin Canva.
Jugué al hockey durante un año porque me enamoré del stick de un escaparate en Deportes Cóndor. Puedo ser así de influenciable, pero es que muchas veces la gente no sabe lo que quiere hasta que se lo enseñas.
Tenía un amigo que era muy fan de Superman. Creía tanto en él, que diseñamos todo un plan para que fuera el Superman de Madrid. Te prometo que iba muy en serio.
La serie de Friends tendrá sus cosas, pero explica la amistad en modo “I´ll be there for you”, pase lo que pase.
Tengo destreza con los videojuegos, sé que si nos ponemos: te gano.
Me gusta mucho esta frase de Fernando Aramburu: “En política, como en todo, lo contrario de un golpe con el puño derecho no es un golpe con el puño izquierdo, sino un abrazo.” (#wayoflife)
Siempre tengo unas Victoria blancas de toda la vida en mi armario.
Quien sea del colegio de Las Irlandesas sabrá que es “ser de Loyola”. Yo lo soy, por tradición familiar, aunque no desde el inicio de mi vida escolar. Pues mucho de lo que hoy entiendo del valor de la unidad y la lealtad lo aprendí por ser de Loyola.
La Coca-Cola es mi bebida favorita, sabor original. Me gusta probar cosas nuevas, pero tengo claro que quien golpea primero, golpea más fuerte.
Cuando quiero decir que puedo ser fiel, digo que llevo usando Calvin Klein Be desde los 16.
Mi estación favorita del año: el verano, sin duda.
Paradójicamente, gente con la que he discutido suele ser gente con la que mejor me llevo.
Soy más de escuchar, aunque como me des cuerda te puedo contar historias con todo lujo de detalles.
Nunca he practicado kárate, pero soy super fan de Karate Kid. Hace unas semanas una amiga me pasó un artículo sobre las 20 reglas del kárate, te dejo aquí cuatro que son útiles para la vida diaria en tiempos de incertidumbre o ahora que empezamos una nueva etapa:
Primero, conócete a ti mismo; después, conoce a los demás. Es inútil aprender a luchar si antes no sabes quién está luchando. Cuando no nos conocemos o hay partes de nosotros que no aceptamos, nos resulta más fácil buscar culpables fuera en una batalla que no tiene fin, porque se realiza en el frente equivocado.
El kárate es como el agua que hierve: si no lo calientas constantemente, se enfriará. Es mucho más común el talento que la constancia. Todos conocemos a personas con una capacidad especial para algo, pero que no la han desarrollado por pereza o por no convertir ese don en una prioridad. Los alumnos de artes marciales logran la maestría repitiendo una y otra vez los mismos movimientos, un día tras otro. Cualquier gran logro es resultado de una suma casi infinita de pequeñas acciones en una misma dirección.
No dejes vagabundear tu espíritu. Todo aquello que hacemos de forma mecánica, sin conciencia, no tiene poder. Ese vagabundeo se llama hoy multitarea, un término que ni siquiera es fiel a lo que describe, ya que lo que hacemos es salir y entrar de diferentes actividades, con la consiguiente fatiga y la multiplicación de errores. Contra esta enfermedad actual, el kárate recomienda prestar atención a una sola cosa como si nos fuera la vida en ello.
Adapta tu actitud en función de tu contrincante. Darwin ya decía que «las especies que sobreviven no son las más fuertes, sino aquellas que se adaptan mejor al cambio». Esa es otra clave de las artes marciales que cobra mucho valor en estos tiempos convulsos. Así como el luchador aprovecha la fuerza de su adversario para reconducirla en beneficio propio, el espíritu del kárate nos invita a extraer un para qué de cada situación.
Sólo un bonus track este mes: recientemente he descubierto esta canción de Fonseca y me quedo con lo de “ser feliz sale barato”:
Piluca! Felicidades por este post pre-40! Siempre aprendo! Gracias por escribir y compartir! Estoy contigo que la crisis de los 40 no existe y que casi todo en esta vida depende de cómo lo mires… te propongo para esta etapa: mirar cómo “mira” el sol, todo lo que “toca” lo ilumina! Te felicitaré como te mereces 😉
Estas NL son como compartir un café contigo, que gusto da tener esa chispa tuya en cada palabra. Esta de hoy me ha fascinado